El respeto a las normas fundamentales, el acuerdo que implican las mismas y la seguridad que deben transmitir al conjunto de la población son clave para el desarrollo.

Democracia, según la definición de la RAE, significa: "1. Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de representantes. 2. País cuya forma de gobierno es una democracia. 3. Forma de sociedad que reconoce y respeta como valores esenciales la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. 4. Participación de todos los miembros de un grupo (nación), en la toma de decisiones". Por lo tanto, se puede decir que la democracia es una forma de gobierno que se caracteriza por la elección de sus dirigentes a través de mayorías, residiendo la soberanía en el pueblo, así como por el reconocimiento de la libertad y la igualdad de los derechos de los individuos que componen la sociedad. Las instituciones democráticas deben, a su vez, interrelacionarse de forma que la división de funciones impida la concentración de poder en una sola institución. Los principios básicos son: a) la representación popular, b) la separación de poderes, y c) la legalidad y jerarquía de las normas.

La definición de Constitución por la (RAE), es: "1. Ley suprema de un Estado, que regula la organización de los poderes públicos y establece las garantías de los derechos; ostenta una posición de jerarquía sobre todas las demás normas que integran el ordenamiento jurídico y solo puede ser reformada siguiendo los procedimientos en ella establecidos". En el caso de EEUU, donde esta semana vivían en directo un más que sorpréndete ataque al Capitolio, eje central de la política americana, la Constitución es la Ley suprema y fue aprobada el 17 de septiembre de 1787, situándose como la constitución federal más antigua en el mundo.

El respeto a las normas fundamentales, el acuerdo que implican las mismas y la seguridad que deben transmitir al conjunto de la población, son clave para el desarrollo. La mayor o menor fortaleza institucional condiciona, sin lugar a duda, la evolución de un país. Desde un punto de vista meramente económico, y destacando que por delante siempre debe estar la convivencia y las libertades del conjunto de la población, podemos decir que la estabilidad del marco legal en el que se mueva un país determinará su desarrollo, así como el tipo de inversiones que puedan producirse en el mismo, incluyendo el acceso a financiación o su tipo de interés.

Un país con un marco legal débil será un país de inversiones normalmente a corto plazo y bajo CAPEX. La inseguridad limita la visibilidad e impide planes a largo plazo, lo que choca frontalmente con los intereses de su sociedad. Un marco legal estable facilita, por seguridad, las inversiones estructurales de largo y el consecuente desarrollo económico y social. En un momento como el actual, con una evidente falta de visibilidad, la necesidad de instituciones estables es aún más determinante y genera una brecha creciente entre áreas geográficas e incluso países dentro de estas áreas.

La situación vivida en el Capitolio el pasado miércoles, pone de manifiesto el riesgo que determina la irresponsabilidad de no aceptar la legalidad vigente por intereses personales. No solo se han puesto en duda unos resultados electorales en un país de amplia tradición democrática, sino que se ha alentado el levantamiento contra los principios fundamentales de convivencia, claves en cualquier sociedad. Una democracia debe, en todo momento, aceptar la decisión de la mayoría y acatarla, siempre bajo la legalidad y el buen hacer de las instituciones. Crear dudas sobre las mismas es crear dudas sobre el conjunto del sistema y, en este caso concreto, sobre los diferentes poderes del mismo, incluyendo la independencia del poder judicial que, reiteradamente, desde el mes de noviembre, ha analizado y validado los resultados.

En una democracia, el poder debe de ser ejercido por representantes elegidos libremente por el pueblo. La aceptación del gobierno que salga de las urnas, sea el que sea, siempre que haya sido elegido por una mayoría, es y debe ser un principio fundamental de convivencia. Asegurarse de que situaciones como la actual no vuelvan a ocurrir, debe ser un objetivo para fortalecer las instituciones y con ello la estabilidad.

La reacción de los mercados ha servido también de apoyo al sistema. En ningún momento se ha cotizado una brecha en el mismo. El mercado en su conjunto ha seguido centrado en el futuro crecimiento, en los nuevos paquetes de estímulo y en la gobernabilidad que conlleva tener un mismo partido tanto en el congreso como en el senado americano. El mercado se basa en expectativas y ha entendido que, en esta ocasión, la situación no debería ir a más. De todas formas, sería muy importante hacer una profunda reflexión de cómo se ha llegado hasta aquí.

Publicado en El Confidencial por Ángel Blanco - Socio Fundador. Beka Alpha Partners.

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