Actualmente, este instrumento financiero no solo se encarga de replicar un índice de referencia, sino que lleva a cabo otras políticas de inversión. Sus acciones se negocian en los mercados de valores secundarios.

Puede que muchos inversores conozcan el concepto de ETF, pero ¿qué significan exactamente estas siglas? La traducción literal de cada una de sus iniciales es Exchange Traded Funds (ETF), también conocido como fondos de inversión cotizados.

Con el fin de satisfacer la demanda de los inversores que querían acceder a cestas de acciones de manera sencilla y directa, los ETF surgieron en los años 90’, en la Bolsa de Toronto, pero no fue hasta el año 2000 cuando desembarcaron en Europa y en el 2006 en España.

A priori, este instrumento financiero consiste en un híbrido entre un fondo de inversión -aprovecha la ventaja de la diversificación- y acciones -utiliza la ventaja de transparencia y accesibilidad-. Estos se negocian en los mercados secundarios de valores, tal y como hacen las acciones o los bonos, permitiendo a los inversores comprar y vender de una manera análoga a como se llevaría a cabo con otro tipo de activos cotizados.

Gran parte de la popularidad alcanzada en los últimos años se fundamenta en las últimas innovaciones que ha experimentado. Una expansión que se puede apreciar en Estados Unidos, donde los ETFs representan alrededor del 50% de la inversión total del país de América del Norte en 2022.

Si bien, una de las peculiaridades conocidas de este producto de inversión es que replica el comportamiento de un índice bursátil de referencia -indicador de la bolsa de valores-, ya sea de renta fija o renta variable, fomentando de este modo la integración de la gestión pasiva, con el tiempo a esta característica distintiva -que no poseen los fondos tradicionales- se ha sumado la posibilidad de invertir en diferentes fondos sectoriales o temáticos.

Por ejemplo, en lo concerniente a la réplica de un índice, si un inversor decide tener exposición en el S&P 500, uno de los índices bursátiles más importantes de Estados Unidos, a través del ETF indexado S&P500 podrá acceder a él desde una sola posición, sin la necesidad de comprar 500 acciones.

Respecto a las otras políticas de inversión que los ETFs ofrecen -inversión temática-, diferentes expertos y medios de comunicación vaticinan que la inversión en ETF durante 2022 estará vinculada a megatendencias,como el cambio climático, la demografía, el cambio de poder económico, el avance tecnológico, la sostenibilidad y la inmediata urbanización.

Principales ventajas e inconvenientes que caracterizan a un ETF

A la hora de abordar cuáles son las principales ventajas de los ETF, a grandes rasgos, estas se pueden resumir en: accesibilidad, diversificación, liquidez, inmediatez y transparencia.

Principalmente, los fondos cotizados gozan de accesibilidad porque los importes mínimos de inversión requeridos suelen ser reducidos y al no ser necesaria la gestión activa, es decir el equipo gestor del fondo es el responsable de decidir en qué invertir en base a su criterio tras una ardua tarea de investigación, se reducen considerablemente las comisiones de gestión y los importes mínimos de inversión.

Sobre todo, un ETF se caracteriza por ser uno los productos que se apoyan en la inversión pasiva -réplica de un índice en concreto-, por lo que, gracias a este modelo de gestión, el inversor puede obtener el 100% de la rentabilidad.

Por otro lado, tiene la capacidad de realizar o cumplir adecuadamente su función proveyendo al inversor de carteras diversificadas gracias a la cesta o cestas de valores que replican -estas cuentan con múltiples activos-. Una cualidad que, a largo plazo, es bastante útil.

¿Qué es un ETF?

Por ejemplo, si un inversor dispone de varios ETFs -varias cestas de valores- podrá diversificar aún más su dinero y no concentrar su inversión, evitando así el riesgo, además de optar por la posibilidad de participar en la evolución de los principales mercados, sin invertir en cada uno de ellos.

En lo que respecta a la liquidez, los ETF cotizan en bolsa como cualquier acción, por lo que cualquier inversor podrá comprar -también a través de cualquier bróker- y vender cualquier ETF tantas veces cómo quiera, siempre y cuando no olvide que está obligado a pagar comisiones por ello.

Una clara desventaja es la fiscalidad, puesto que este tipo de fondo no tributa al igual que el resto de los fondos, ya que no se pueden realizar traspasos entre diferentes ETFs sin tener que tributar por las plusvalías, sino que tributaría como una acción, es decir, cuando vendes un ETF estás obligado a tributar por la plusvalía, cosa que no ocurre con el régimen de traspasos entre fondos de inversión, que te permite cambiar tu dinero de fondo sin tener que tributar.

Una forma de aprovecharse de las ventajas, que ofrece un fondo tradicional con las ventajas de los fondos cotizados, puede ser recurrir a fondos de inversión de renta variable global que combinan modelos de gestión activa y pasiva, como el Beka Optima Globa, FI, que se presenta como una de las mejores alternativas a considerar, dado que este vehículo invierte una parte de su cartera de forma indirecta en ETFs y está acogido al régimen de traspasos.