A la hora de definir en qué consiste el proceso de la titulización de manera simple y sencilla, esencialmente, se podría decir que consiste en transformar activos poco líquidos o ilíquidos en valores líquidos negociables.
En un principio, la titulización era coto casi exclusivo de las entidades financieras, por lo que los activos que se titulizaban con más frecuencia eran los préstamos que concedían estas entidades, sobre todo, los préstamos hipotecarios -titulización hipotecaria-.
Si vamos un paso más allá en lo que respecta a la titulización, es conocido por todos cómo funciona un banco. Una de sus misiones es prestar dinero cuando se solicita un préstamo a cambio de recibir una remuneración -tipo de interés-, pero ¿cómo obtiene el banco la financiación para poder conceder préstamos?
Los bancos financian su actividad a través de diferentes fuentes: cuentas corrientes, depósitos, emisiones de bonos u otro tipo de deuda, préstamos interbancarios que obtienen de otras entidades, capital acumulado en forma de fondos propios y titulizaciones de sus partidas menos líquidas.
Gracias a la titulización los bancos podrán seguir concediendo préstamos a sus clientes. Mediante este proceso, venden los préstamos que han concedido, y que figuran en su balance, a un vehículo especializado, constituido comúnmente como un Fondo de Titulización, que le anticipará los pagos de todos esos préstamos, consiguiendo así una liquidez inmediata que, de otra manera, dependería del repago de los préstamos por parte de sus deudores. El Fondo, para poder pagar los préstamos al banco, emite bonos de titulización que son suscritos por inversores del mercado de capitales.
Desde el momento de la venta (o cesión) los préstamos pertenecen al Fondo de Titulización, y conforme los deudores van pagando sus cuotas al banco este transfiere esos pagos al Fondo, que a su vez lo destina al repago de los bonos suscritos por los inversores.
Segmentación de la emisión en tramos
Una característica clave de la titulización es la segmentación de los bonos emitidos por el Fondo de Titulización en diferentes tramos de riesgo. Esto permite acceder a inversores con diferente apetito al riesgo y que esperan diferentes rentabilidades. Una estructura típica podría ser un tramo senior (preferente en el cobro), tramo mezzanine (intermedio en el cobro) y tramo junior o equity (último en recibir el cobro). Los tramos mezzanine y junior suponen una inversión con más riesgo, por estar subordinados al tramo senior, y por tanto la rentabilidad exigida por los inversores será mayor.
Las agencias de calificación pueden otorgar calificaciones o ratings a los diferentes tramos de bonos. Los tramos senior gozarán de una mejor calificación, pudiendo llegar al AAA (inversión muy segura), y el resto de los tramos tendrá una calificación menor, siempre en función de la cartera de activos del Fondo y de cómo se haya estructurado la operación.
Ventajas y riesgos de la titulización
La transmisión de los derechos del cobro por parte de las entidades implica no solo la obtención de liquidez, sino también la transmisión de riesgos asociados a estos, lo que puede redundar en la reducción de requisitos de capital. Además las entidades mantienen la relación comercial con sus clientes, permitiéndoles incrementar sus límites de crédito y la oferta de servicios vinculados.
Para los inversores, la titulización ofrece mayores oportunidades de inversión y, por ende, de diversificar sus carteras. Así, pueden invertir en carteras de préstamos con diferentes niveles de riesgo y rentabilidad y acceder a tipologías de activo (por ejemplo, préstamos hipotecarios o al consumo) a las que de otra manera no tendrían acceso.
